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martes, 2 de junio de 2015

Activismo apolítico

Un problema social a resolver es descubrir cuál es el método más efectivo para presionar cambios y denunciar desvíos en las políticas de turno, a pesar de que aparentemente hay mucha denuncia con exposición pública en la nube periodística. Ese accionar en la mayoría de los casos no prospera.

Si uno toma distancia de la situación, el motivo es como casi que se muestra por sí solo. Desde mi parecer es una respuesta obvia.

No es difícil observar vicios en los intentos de exposición y denuncia pública; vicios de malas prácticas que condicionan la presentación de las mismas diluyéndose por propio peso. Los invalida el origen de los intereses que nada tienen que ver con solicitudes legítimas. Los medios se encargan de hacer todo lo demás; terminar de confundir más a la gente. Todo está mal desde la tribuna partidaria, la contraria o la local.

Tampoco se escapa entender, que este sistema repetido una y otra vez, lo único que busca es dividir y no esclarecer, o sea que está pensado para que no sirva o más bien que sirva a esos “intereses” encubiertos. Casi la totalidad de lo que transita por los medios radiales, televisivos o escritos tiene mal olor: mal olor el origen y mal olor el final. Esta situación encierra un círculo vicioso que representa a un perro dando vueltas mordiéndose o jugando con su propia cola.

Es mi parecer, es lo que yo veo y creo. Es muy evidente que las cosas no son lo que se muestran, y como la nuestra es una sociedad enferma, no sabe discernir ni defenderse.

El origen de esa enfermedad es que estamos ante una colectividad muy cómoda, muy acostumbrada a dejar pasar, como si nada ocurriera, situaciones irregulares cotidianas dentro de las instituciones de su entorno local. Situaciones irregulares municipales, situaciones irregulares en las empresas de servicios, situaciones irregulares en la justicia, situaciones irregulares en las fuerzas de seguridad, situaciones irregulares en las entidades educativas, situaciones irregulares en las entidades religiosas, etc., etc., etc...Los dejamos pasar como si diéramos permisos. Esos desvíos se potencian y llegan a la órbita nacional, encontrándonos sentados a esperar que los problemas y las malas prácticas se solucionen deslindando muchísima parte de nuestra responsabilidad en los elegidos de turno que no podrán y/o no querrán cambiar nada porque son el producto directo de las desatenciones sociales.

Somos un pueblo con un error de apreciación, convencido de que esta situación, (nos están haciendo creer eso) nos incluye solamente a nosotros y que no vamos a poder corregir nada. Pasa en todos los países; el poder si no está acostumbrado que lo controlen se corrompe y los intereses del dinero desangran a las sociedades. Somos un país muy rico y como por períodos estamos un poco mejor, dejamos que todo siga igual privándonos de ir mejorando paulatinamente. El problema actual es que socialmente no estamos manteniéndonos, estamos en una franca decadencia.

Fraccionados, generando odio, somos caldo de cultivo y no se necesita ni explicar qué y o quienes están sacando provecho de ello.

Nos falta algo muy importante y básico que es el motor para generar un activismo constructor: esa falta se llama ausencia de responsabilidad; responsabilidad desde con nosotros mismos, desde nuestro entorno, desde nuestro círculo social, desde nuestro trabajo, desde nuestra localidad. Una responsabilidad que no esté regida por la conveniencia o el bienestar que le toque en suerte a cada uno. Sí señor, no porque nos toque estar bien o mejor, deberíamos dejar de ver y reclamar por lo que es pasible de corrección. Pero por regla general eso no lo hacemos y no se concreta ningún cambio en las situaciones.

Necesitamos activismo para luchar contra las inciertas normas de las instituciones, las inciertas ordenanzas de nuestras localidades y las inciertas interpretaciones de las leyes. Necesitamos encontrar nichos de alegalidad para no quedar expuestos a situaciones incómodas a pesar de que algunas no se van a poder evitar.

No vamos a encontrar, para nuestro activismo, casi ninguna ayuda desde la política partidaria como la opositora, como tampoco la encontraremos desde los medios masivos de comunicación; lamentablemente tanto unos como otros, en la mayoría de los casos, están “comprometidos” con los de la vereda del frente. Las excepciones, que las hay, pueden interpretarse como en matemáticas, confirman la regla.

Conclusión de este, mi pensamiento escrito, es que mientras no cambiemos las prácticas de nuestro sistema de gobierno regido por un sistema pretendidamente llamado democrático y que casi nada tiene que ver con el verdadero significado del mismo, lo que nos queda para ayudar a cambiar ciertos rumbos es profundizar en un activismo apolítico. Digo apolítico, porque conociéndonos, alguna bandería nos impediría actuar auténticamente ante las situaciones que se nos presenten; esas banderías que nos desangran, nos dividen y nos anulan, encerrándonos en un estado avanzado de una dolencia que se da por llamar “Estupidez Humana”.

lunes, 16 de marzo de 2015

¿Involucrarse y militar?…no, gracias

Se interpreta por ahí, normalmente por los pasillos partidarios, que para reprochar los caminos desviados de las prácticas políticas cotidianas, “hay que involucrarse y militar”.
Este latiguillo, muy instalado en el subconsciente de la sociedad, es un motor de inmovilidad, aunque suene a absurdo. Confieso que hasta no hace mucho tiempo tenía dudas de mi rechazo hacia esa posibilidad e inclusive me sentía culpable de no hacerlo.
En ese sentido, actuó mi intuición y no me traicionó. Así como está la política presentada, a pesar de los grandes carteles de declaraciones democráticas, las prácticas internas no concuerdan con la intención general de generar prosperidad en la población. Los procedimientos de ejecución política y de elección de representantes están caducos y estancados, necesitados de un “aggiornamento”.
Esta necesidad se puede identificar más claramente desde los países de segunda línea en más. Tomando conciencia que nuestro país no escapa a la regla y que la sociedad dista mucho ser de primera línea; los hábitos generales que involucran a los poderes, están muy condicionados, por no decir colonizados, haciendo muy difícil el reclamo del cambio desde el pueblo como para pretender lograrlo. Hace mucho tiempo que la democracia, así practicada, no da resultados traducidos en bienestar para la generalidad. Es más, estamos entrando en varias espirales de complicaciones sociales que preocupan y que como están desplegadas, seguramente desde este sistema no podrán corregirse, esté quién esté en el poder.
El resultado es cada vez más notorio: los ricos, cada vez más ricos, los sindicalistas cada vez más “GORDOS”, la clase media, cada vez menos media y los pobres, cada vez más pobres.
Observo una sociedad extraviada que se alimenta de slogans, sin analizar siquiera los detalles superficiales más notorios. Observo a una sociedad que pareciera buscar suicidarse.
A partir la política, con este sistema, no se van a abordar y tratar de corregir los problemas estructurales de fondo. Recuerdo hace unos años, a raíz de las denuncias de coimas; el “Que se vayan todos” y todo quedó registrado como una anécdota. ¿Puede existir alguien tan ingenuo, para pensar que algo cambió?
Desde las Municipalidades prósperas, con gobiernos repetidos, pasando por las intermedias y las más complicadas; siguiendo por las gobernaciones dentro del mismo abanico y así llegando al congreso, los concejales, los diputados, los senadores y los funcionarios, trabajan de y no cumplen con su deber de representación, no son empleados del pueblo como tendría que ser. En el mejor de los casos se instala en ellos la soberbia y dentro de ellos están los que trabajan por el poder hasta los que trabajan por el enriquecimiento. Excepciones hay, son los menos y como son los menos confirman la regla. Estos casos como en definitiva no pueden cambiar nada, porque el sistema no se lo permite, terminan “haciendo la plancha”.
Las problemáticas de fondo no se estudian, o se hacen superficialmente. Son incapaces de verlas, porque se observan desde las leyes y la economía de una manera estática, complaciendo el bolsillo de los lobbies y de sus punteros.
Una de las principales familias que actualmente dominan el planeta, los Rothschild, ya proclamó hace 100 años: “Dadme el control del dinero y no me importa quien haga las leyes”. Si lo hacen con gobiernos mucho más estables, me asusta pensar lo que puede resultar en un país dividido como el nuestro.
Cuando estaba terminando de escribir el párrafo anterior, pensaba en quienes podrían ser los punteros locales de los “fondos buitres”. Diría que casi se pueden señalar con el dedo uno por uno. Estos muchachos, precisamente filántropos no son.
Yo no quiero votar ni ser parte de políticas que durante los mandatos ignoran a la gente y se entregan a las presiones y “favores” de las multinacionales.
Sostengo como dije antes que nada de fondo ha cambiado, cada vez más gente tratando de subsistir, cada vez más presión impositiva sobre la clase media que en relación es la que más paga, cada vez más los más ricos menos pagan y como complemento de todo esto, los impuestos están muy lejos de volver en su justa medida.
Dentro de este contexto la fuerza política que hace algo por el pueblo, (no solamente promesas), es la que corre con ventajas y cíclicamente son los que más perduran en el poder por un tiempo determinado; aunque también cíclicamente caen en el letargo de no progresar en los pasos que se hacen a favor del pueblo, porque los incorporan como demagogia ingresando por una cosa o por otra, dentro de la soberbia, la ambición de poder y el enriquecimiento.
Habrá que buscar formas y vías para reclamar cambios que nos ayuden a crecer como Nación y allanar estas divergencias que impiden nuestro crecimiento genuino. Tendremos que buscar formas de activismo para generar, educación, escucha y resolución a nuestros reclamos. Quizá reclamar la instrumentación del referéndum sea un camino.
Me quedo por ahora pensando y trabajando, desde mi célula familiar, para descubrir y ayudar a encontrar caminitos, convencido de no quedar contaminado por las nocivas prácticas políticas, porque así como están las cosas: ¿involucrarse y militar?...no, gracias.

lunes, 9 de marzo de 2015

Definitivamente…Escéptico

A un poco más de un año de sufrir por dos la decepción más profunda y menos esperada, laboralmente hablando, con el espíritu aquietado, la intimidad y el entorno cercano en orden, bien podría decir que estoy en el umbral de la posible última etapa socialmente activa de mi vida.

Dios dirá que resultará y cuanto podrá durar.

Mirando hacia atrás en lo andado y viendo que “todo fue ayer”, despojado de toda nostalgia, he logrado definir y entender de qué se trata y que identifica este presente de mi existencia.

Esa vista atrás me ha explicado que soy un escéptico profundo; también me reveló que en el camino de la vida, la libertad es de a dos, que es una condición que se debe aplicar en todas las situaciones, inclusive en las conversaciones; que las circunstancias asépticas de todo tipo esconden muchas miserias humanas; que el poder y el dinero no cambian a las personas, sino que las muestra como siempre fueron; y por sobre todo me indica que debo recordar que las cosas nunca son lo que se muestran o lo que parecen ser.

Mientras más investigo con esta impronta, más escéptico me veo y no me disgusta.

Me siento tan escéptico que creo aproximarme a un estado integral de escepticismo. Mi escepticismo es científico, religioso (no ateo), político, social, educativo, laboral, periodístico y hasta lo soy en muchas ocasiones con mi propia persona. Esto se genera desde la comprensión de que el estado puro de las cosas y la perfección son estadlos casi imposibles de alcanzar, más aun si estamos involucrados los humanos.

Confieso que no ha sido un camino sin inconvenientes, en los que se han recreado, desde los más profundos, hasta los cotidianos en las conversaciones y o las opiniones vertidas normalmente. He llegado a expresarme de tal forma, que habitualmente genero incredulidad y tengo que explicar mi postura.

En fin, soy así, no hay remedio, así me muestro, así me dirijo. Que se me aprecie así o se me desprecie. Querer o tratar de cambiar, como así también mostrarme distinto, sería no ser auténtico y si lo hago o me ven en otra postura, no me crean, estoy mintiendo, estoy falseando.

Hoy me encuentro, mejor dicho nos encontramos, como dice mi compañera de toda la vida (42 años caminando juntos, 36 de casados y cinco hijos) con un “proyecto familiar” establecido y en marcha, junto a un proyecto de producción que incluye un estilo de vida, para abordar esta nueva etapa que nos toca vivir.

Un proyecto productivo que trataré de poner en marcha luego de ajustar algunos inconvenientes físicos y orgánicos, para ayudar a la magra jubilación que se avecina, para ayudar a mantenerme activo haciendo lo que me gusta y para poder transmitir un concepto al cual adhiero y que reza así: “Si el proyecto de tú interés, cabe en el espacio de tú vida, no estás pensando lo suficientemente en grande”

Como dije antes, no me disgusta ser escéptico, es más, me siento a gusto. Ser escéptico me ha preservado para no incursionar dentro de ningún fanatismo. El fanatismo es peligroso, es el caldo de cultivo generador de los idiotas útiles serviles a los poderes o los intereses de turno. Dentro del fanatismo no cabe ninguna práctica democrática, ni existe el “próximo”.

Ser escéptico significa no ser confiable para alguien o algún ente que quiera ejercer el control desde cualquier estamento de poder. Esta sería una contraindicación al estilo de las especificaciones delos medicamentos, pero como parte de una sociedad enferma, cuyos seguidores sumisos aceptan mantenerse continuamente enfermos, voy a hacer como que no existe tal contraindicación, es decir, voy a seguir siendo no confiable o sea voy a seguir siendo ESCÉPTICO.

domingo, 8 de marzo de 2015

Volver a escribir

Hace bastante tiempo que no escribo; para mi gusto… demasiado.
En mi caso cuando comencé este blog, era parte de un deseo que me iba a ayudar a completar el dicho, “plantar un árbol (varios), tener un hijo (cinco), escribir un libro.
Hasta ese momento (el de sentir la necesidad de moldear un libro), no había escrito asiduamente, pero cuando lo hacía en cartas, petitorios, opiniones dirigidas, etc., siempre concluía en un ida y vuelta interesante y eso me animó a comenzar este esbozo. Comenzar a escribir en el blog, para que al tiempo compilando lo escrito, quizá se pueda armar algo parecido a un libro.
A la hora de elegir un posible título para el pretendido libro, podría haber sido un problema elegir la temática de fondo, que fuera el eje del mismo; pero eso no sucedió, se mostró sola, e inclusive cumplía con la premisa esencial  que es la condición de que lo vertido en él, “tiene que ser beneficioso para la gente”.
Mis escritos no van a ser científicos, ni filosóficos, ni religiosos; casi la mayoría serán vivencias y apreciaciones personales, que conociéndome, todo tendrá la intención de tratar de denunciar y desenmascarar a la Estupidez Humana y a los responsables de provocarla y que muchas veces es ejercida y acompañada desde la omisión, la comodidad y las costumbres culturales. Sinceramente creo que va a ayudar.
Una de las cosas que descubrí  al comenzar a escribir, es que al hacerlo, se me iban mostrando y ordenando ideas, como así también a descubrir situaciones de vida y todos sus posibles… ¿por qué?
Si bien es cierto que para escribir algo conscientemente hay que disponer de tiempo y tranquilidad sin robárselo a las cosas que fundamentan el curso de la vida personal (familia-trabajo), habría que hacerse un tiempito para anotar en borrador cuando aparece alguna idea-vivencia, en cualquier momento. Esos pequeños recordatorios ayudan y mucho, no lo duden.
Visualizar en los escritos experiencias funciona como si uno fuera psicólogo de uno mismo y esa es la única terapia que acepto. La otra, la del consultorio, por lo que veo, no cura y crea dependencia.
Hoy estoy tratando de aprovechar una oportunidad de tiempo y extrema tranquilidad, que dispongo dentro de mis tareas diarias. Dispongo de un entorno de naturaleza y quietud impensadas incluyendo una buena cantidad de horas de ocio.
En un escrito anterior dentro del blog, digo que para mí, la suerte, en la mayoría de los casos, es una mezcla de oportunidad y conocimiento; este es un caso.
El ocio es creador y hoy me encuentro con un proyecto productivo casi terminado en su etapa de estudio y factibilidad, más una tarea de desempolvar cortos escritos y borradores, en los que se perciben claramente que el motivo principal de este extenso impas de escritura (un poco más de cuatro años)  fue generado por estar inmerso en un ambiente laboral de altísima insalubridad psicológica y que habiendo superado esa situación, se me ha reactivado la necesidad y el deseo de volver a escribir.