Hace bastante tiempo (seis años) que no ando por estos lares de la escritura. Nada grave, pero situaciones de vida coincidieron inactivando los ánimos y el
espacio para garabatear, aunque siempre lo mantengo presente como una necesidad
de expresar lo que siento, para lograr una especie de confirmación personal.
En este lapso tres nietos (espero que haya alguno
más) van completando el retrato de una vida en familia.
Más allá de los condicionamientos sociales de la
época que nos ha tocado transitar, hoy observo a una familia formada desde la comunión, el cooperativismo y la libertad
que me ha devuelto muchas más alegrías que tristezas; y a la mayoría de éstas
últimas transitarlas no sin dolor, pero con más entendimiento, comprendiéndolas y aceptándolas como parte del crecimiento personal.
Las compañías familiares, directas y políticas,
están formadas por el mismo camino, esto augura una vida más previsible para
los nuevos pequeños, o sea nuestra futura generación.
Observarlos hoy me genera dos estados de ánimo
perfectamente marcados; nostalgia y serenidad. Nostalgia de juventud y
serenidad por apreciar que la tarea está en general cumplida.