El domingo pasado conmemoramos el día del padre.
A los saludos recibidos, todos de lo que alguna forma estamos incluidos en esa condición, deberíamos levantar un espejo para poder ver reflejados nuestra conciencia y nuestro corazón. Si lo hacemos, definitivamente será un buen ejercicio que nos llevará a preguntarnos en qué aptitud de padre estamos y sabremos ciertamente cuánto contribuimos al crecimiento de nuestros hijos.
Nos sentiremos seguramente liberados por el cariño o presos por la decepción.
El padre bueno y el buen padre
Padres buenos hay muchos;
buenos padres, hay pocos.
No es difícil ser un padre bueno
en cambio, no hay nada más difícil
que ser un buen padre.-
Un corazón blando basta para ser un padre bueno
pero la voluntad más firme
y la cabeza más clara
son todavía poco para hacer un buen padre.-
El buen padre dice sí cuando es sí y no cuando es no...
El padre bueno sólo sabe decir sí...
El padre bueno hace de su niño un pequeño Dios
que acaba en un pequeño demonio...
El buen padre no hace ídolos...
vive la presencia del único Dios.-
El padre bueno encoge la imaginación del hijo
con juguetes del bazar
el buen padre echa a volar la fantasía del hijo
dejándole crear un aeroplano con dos maderas viejas...
El padre bueno amanteca la voluntad del hijo
ahorrándole esfuerzos y responsabilidades...
el buen padre templa el carácter de su hijo
llevándolo por el camino del trabajo y del esfuerzo.-
Y así, el padre bueno llega a viejo
decepcionado y tardíamente arrepentido...
mientras que el buen padre crece en años respetado,
querido, y es, a la larga, comprendido.-
Rosid - Viganó
1.988
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